7/06/2010

Inocencia y ciencia

Al nacer, parece ser, que se nos conceden 2 diplomas universales, esos son, el carné de explorador júnior (con fecha de caducidad), y el graduado en ciencia de la universidad de Pacotilla S.A... Ambos parecen ser necesarios y complementarios, hasta que un día, el carné de explorador Júnior, no se renueva a senior, y nos quedamos con una ciencia de usar y no tirar. El propósito de este aprendizaje se basa en el mismo proceso que usa la selección natural, ensayo y error, premio y castigo. A veces los cimientos de esta ciencia, son meras anécdotas, que quedan grabadas en nuestro subconsciente, y nos decantan hacia situaciones donde el experimento fue favorable. Esa jovencita/madurito profesora/or, que fue amable con nosotros, que destacaba por su nariz respingona/recta, y su perfume de rosas/nardos, podría ser una buena referencia a la hora establecer vínculos futuros, positivos o negativos, según el juicio de la acción pasada. Esta curiosa modelación de la personalidad, nos hace únicos, o soporífera mente comunes, lo que marcará a la larga nuestra diferencia, es la voluble capacidad de curiosidad. La curiosidad no es la adquisición de datos, para una mejor capacidad de reacción social, es más bien, la virtud de exploración, experimentación y libertad para vivirla en primera persona.
La interacción “elegida” de mayor grado entre humanos, suele ser la pareja. Es algo que siempre que veo o experimento, me sorprende enormemente. Me gustan las mujeres vividas, pero esa misma cualidad, resulta tremendamente peligrosa. La experiencia nos hace escépticos, y una persona inteligente que ha oído palabras de amor, en relaciones insatisfactorias pasadas, tiende a actuar con recelo, a causa del dolor que marcó una diferencia en las vivencias posteriores, y en el observador mismo. Con el tiempo, las personas inteligentes, pueden llegar a convertirse, en sicarios de sus propias emociones, las personas “dormidas”, se transforman directamente en emociones, mercenarios a sueldo emocional, de su definida identidad.
Aunque nos cueste aceptar ese vació de indeterminación, clasificar, es el mejor método para volver a obtener un resultado similar, si hacemos lo mismo, obtener el mismo resultado es lo que con mas posibilidades ocurrirá.
Me sorprende la arrogancia humana, destinada a vivir un máximo de 1 siglo, y diseñada para la inmortalidad. La curiosidad se alimenta de inocencia, es el enlace directo con la capacidad de sorprendernos, nuestra esperanza por creer que levantarnos cada mañana, merece la pena. La clasificación, es un acto, humanizadamente necesario, y humanamente, irracional.

Mañana morirás, ningún tiempo fue mejor, ningún tiempo fue peor.