Manual de como ser fiel
Laura y yo no estábamos bien, era muy celosa, y no confiaba en mí. Ese fin de semana salí un rato, necesitaba evadirme. Fui con mi hermano y la secretaria, a una discoteca de ambiente Bi. Los baños masculinos eran peligrosos, así que fui al de mujeres. En la cola una hermosa chica me pregunto como podía ser más bella, le dije que ya lo era, pero que dejara ver más su melena. Me dio las gracias y se acerco, empezó a lamerme la cara. Laura era sosita, y no tenia un cuerpo tan perfecto, me estaba excitando la situación. Intenté pensar rápido, sabia que si me lamia mas perdería el control, y no quería ser violento ante una valentía de ese calibre, podía herir su feminidad. Hice lo que pude, le dije: Lo siento, soy gay.
Inmediatamente su libido freno, me sonrío y se marchó. No le conté nada a Laura, habría pensado que me lié con ella, y se lo contaba porque me sentía culpable. En su cabeza era imposible pensar, que se lo contaba porque si fui capaz. Un tiempo mas tarde, se fue de viaje a ver la f1, a Francia creo. Ese fin de semana volvimos a la misma discoteca, y casualmente me presentaron a Irene, una chica con un cuerpo diseñado para el sexo. Creo que Irene quería algo mas que conocerme, y hablando me contó para que usaba cada dedo de su mano, acabando por el índice. Me dijo que se masturbaba con el, puso un tono muy sexual en su explicación. No pude evitar excitarme, y como pude pensé: A Laura le cuesta mucho confiar en los hombres, que clase de persona seria si siguiera el juego, desde luego no es bueno para ella, si sigo aquí voy a meterle mano, mejor vete a casa…
Apagué mi calentón con un par de pajas dedicadas a Irene, y así acabo el fin de semana. Al regreso de Laura, me explicó que había conocido a un policía, se habían liado, y que me dejaba. Que gran contradicción, la celosa era infiel, ¿como podía ser? Muy sencillo, Laura le tenía miedo a la vida, y necesitaba la fuerza de los demás, solo pensaba en ella misma, y si alguien la “traicionaba” ponía en duda su autoridad y persona. Tal vez necesitaba una inyección constante de autoestima y ser deseada por más hombres. Al romper, fue pasando de ingle en ingle, creyendo siempre que los hombres eran los malos de su vida.
La necesidad de fidelidad, es tan necesaria y racional, como la necesidad de ser infiel. Ambas cosas son instintivas y territoriales, ambas tienen una base genética.
Desde mi accidente, me sentí dividido, una cosa era mi pensamiento, y otra era mi cuerpo, con reacciones químicas incluidas. Esta claro, que por mucho autocontrol que tengamos, el cuerpo va a querer mandar sobre nosotros, y que si no le damos lo que necesita, va a torturarnos químicamente para conseguir lo que quiere. El enamoramiento es un ejemplo perfecto, donde la química hace estragos para querer conservar a esa persona tan necesariamente especial. Es difícil luchar contra el cuerpo, sobretodo si el combate se alarga, y si queremos luchar, tanto para ser fieles como para consentir la infidelidad, cortar la fuente de discordia puede ser una buena táctica a seguir. Al mínimo coqueteo de lo que nos puede hacer cometer la infidelidad, cortar por lo sano. O dejar libertad a nuestra pareja, cuanto menos información sepamos de su vida privada mejor, dejar juzgar a un cuerpo celoso, es una provocación a la frustración. Es importante aclarar, que la fidelidad no se limita al sexo, y que la sinceridad es la mejor muestra de respeto, donde empieza la igualdad humana. Ambos tenemos necesidades y carencias, pero vamos a jugar al juego de la vida en igualdad de condiciones, somos fieles a nosotros mismos.
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