8/15/2013

La cima


Apenas tenía equipaje, una mochila con una manta, un bocadillo y una cantimplora. Fue el tiempo justo para comprar eso, y una bicicleta. El camino estaba apenas asfaltado, le acompañaba un calor sofocante. Todo era cuesta arriba, y nadie más recorría el mismo camino. Miró con miedo el precipicio, y pudo ver un amasijo de hierros que parecía ser un coche estrellado. Se preguntó si se podía sobrevivir a una caída así. Una voz le susurró que no. Él siempre supuso que palabras como esa, procedían de su subconsciente, de algo natural, pero a veces fantaseaba pensando en que podía ser un esquizofrénico responsable, o en los momentos mas espirituales, divagaba en si eran espíritus que le sugerían, y a veces le querían mal, o buscaban protegerle. En cualquier caso, le quedaba mucho camino por recorrer, y esa pelota abollada de metal, que antes era un vehículo, no contenía vida inteligente, simplemente porque llevaba años aplastada en el barranco. Se limpió el sudor con la manga, y siguió pedaleando.
Tentaciones y frustraciones lo hacían llorar. La verdad es que no estaba muy seguro de porque quería subir esa montaña. Hacía años, un viejo se había instalado en un antiguo piso abandonado. Nunca supo si ese señor, era una especie de ocupa, o pagaba un alquiler. El caso es que poco importaba, pues apenas salía de casa, y la casa, estaba en el mismo estado lamentable que cuando entró. Goteras, fallos eléctricos cada 3 por 3, muebles astillados y carcomidos… eso sí, sin cucarachas. Como podían haber cucarachas, si las ratas se las habían comido… El caso es que él a veces le iba a ver, se ponían a charlar durante horas normalmente. En algunos aspectos fue como el padre que nunca tuvo,  pues este es uno de los inconvenientes de ser un hijo de puta. El viejo cuando sacó el tema por primera vez,  sonrió y le recordó que Walt Disney también lo fue, y que seguramente por eso creo dibujos animados, donde sus protagonistas son de familias desestructuradas, y princesitas  que animan a una prostitución elegante, pero que no saben hacer ni una triste mamada.  Entonces soltaron unas carcajadas, y comenzaron a bromear sobre como fallarían las distintas protagonistas, Blancanieves, la sirenita, Pocahontas…
Se rio solo, mientras avanzaba unos kilómetros, y susurraba al aire: Sé que me oyes hijo de perra, y te debes partir el culo por la putada que me has hecho.
Hacia unos días que un fuerte olor a descomposición inundaba las cercanías. Cansado se dispuso a encontrar la fuente, pensando que sería un gato muerto. Resulto ser el viejo, muerto de hacía días. El hedor no sería tan fuerte, si no fuera porque los gatos de habían comido parte del cadáver. Era lo que él habría deseado, que su cuerpo hiciese un último servicio al mundo, y no un último incordio.
La policía se llevó el cadáver, y al cabo de unos días recibió una llamada. Resultó, que el viejo, estaba forrado y le dejó una extraña herencia…
Por eso las tentaciones y frustraciones, por eso lágrimas compuestas de locura, orgullo y estupidez.
Anochecía y se paró en lo que parecía un pequeño recoveco de una cueva. Al detenerse vio otro montón de chatarra despeñada. Vaya, parecía un camino maldito, todos se caían. Se comió el bocadillo y se estiró. Mientras la luz abandonaba el cielo, las estrellas se encendían Se percató que esa era la primera noche que estaba verdaderamente solo; si moría allí por cualquier motivo, entraría a formar parte del anonimato. Ya no le quedaba nadie, y lo que le quedaba lo encontraría en la cima de la montaña, si es que llegaba. La cantimplora soltó su última gota, y pensó de nuevo inconscientemente… Si vuelvo al amanecer, será todo bajada, y podré beber el agua que quiera… Pero otra voz dijo… Qué coño! Siempre tras la teta de mama, es que no puedes acabar esto solo? Tu vida vale tanto como para seguir viviendo como una mierda? Polvo de mierda eres, y en polvo de mierda quieres volver a regresar? Recuerda que eres mortal y no un dios, así que no vas a perder mucho.
Se asustó, parecía que el viejo le estuviera dando un rapapolvo. Susurro en el silencio: Tienes razón, el que nada tiene, nada pierde; por eso un hombre no puede poseer nada, porque si no su verdadera naturaleza muere poco a poco, por el temor a perder.
 Se durmió recordando la visita al notario, resultó que el viejo había puesto una condición. Tenía que elegir, entre un montón de dinero, o un trozo de papel. Parecía un concurso, y acabó decidiendo que quería el papel.  Entró en una cafetería, y desplegó el papel. Era una especie de mapa, que parecía no estar muy lejos; consistía en subir una montaña y poco más, desenterrar algo siguiendo unas instrucciones.
-Ahora podría estar en una buena cama, dormido con una puta a cada lado de la cama… Pero quizás es lo que hizo mi padre… Se quedó dormido. Al amanecer le despertaron unas hormigas que recorrían su cara. Se levantó de golpe y se sacudió el cuerpo. Prosiguió. A mediodía encontró un pequeño arroyo con unas moras, comió y llenó la mochila y cantimplora lo que pudo. Así siguieron los días, y cada día encontraba algo para comer, hasta que se le pincho una rueda. Demasiado tarde para retroceder, demasiado temprano para abandonar. Olía a sudor y sus ropas estaban rasgadas, hasta que con los días llegó a la cima. Por el camino había encontrado multitud de vehículos accidentados, mucha gente se había quedado por el camino, pero él llegó. Recorrió 11 pasos después de la roca señalada en el mapa, sacó una cuchara y se puso a cavar. A la hora de trabajo, pudo distinguir una textura blanquecina en la tierra. Siguió cavando como podía, hasta que desenterró la caja. Abrió la caja y encontró una nota:
Has renunciado a tu cuerpo y a lo que le rodeaba ya puedes ver lo que eres. Este es el verdadero camino, el que se recorre sin pensar. Si nadie más llegó a la cima, es porque creyeron que seria imposible.