La cima
Apenas tenía
equipaje, una mochila con una manta, un bocadillo y una cantimplora. Fue el
tiempo justo para comprar eso, y una bicicleta. El camino estaba apenas
asfaltado, le acompañaba un calor sofocante. Todo era cuesta arriba, y nadie
más recorría el mismo camino. Miró con miedo el precipicio, y pudo ver un
amasijo de hierros que parecía ser un coche estrellado. Se preguntó si se podía
sobrevivir a una caída así. Una voz le susurró que no. Él siempre supuso que
palabras como esa, procedían de su subconsciente, de algo natural, pero a veces
fantaseaba pensando en que podía ser un esquizofrénico responsable, o en los
momentos mas espirituales, divagaba en si eran espíritus que le sugerían, y a veces
le querían mal, o buscaban protegerle. En cualquier caso, le quedaba mucho
camino por recorrer, y esa pelota abollada de metal, que antes era un vehículo,
no contenía vida inteligente, simplemente porque llevaba años aplastada en el
barranco. Se limpió el sudor con la manga, y siguió pedaleando.
Tentaciones y
frustraciones lo hacían llorar. La verdad es que no estaba muy seguro de porque
quería subir esa montaña. Hacía años, un viejo se había instalado en un antiguo
piso abandonado. Nunca supo si ese señor, era una especie de ocupa, o pagaba un
alquiler. El caso es que poco importaba, pues apenas salía de casa, y la casa,
estaba en el mismo estado lamentable que cuando entró. Goteras, fallos
eléctricos cada 3 por 3, muebles astillados y carcomidos… eso sí, sin
cucarachas. Como podían haber cucarachas, si las ratas se las habían comido… El
caso es que él a veces le iba a ver, se ponían a charlar durante horas
normalmente. En algunos aspectos fue como el padre que nunca tuvo, pues este es uno de los inconvenientes de ser
un hijo de puta. El viejo cuando sacó el tema por primera vez, sonrió y le recordó que Walt Disney también lo
fue, y que seguramente por eso creo dibujos animados, donde sus protagonistas
son de familias desestructuradas, y princesitas
que animan a una prostitución elegante, pero que no saben hacer ni una
triste mamada. Entonces soltaron unas
carcajadas, y comenzaron a bromear sobre como fallarían las distintas
protagonistas, Blancanieves, la sirenita, Pocahontas…
Se rio solo,
mientras avanzaba unos kilómetros, y susurraba al aire: Sé que me oyes hijo de
perra, y te debes partir el culo por la putada que me has hecho.
Hacia unos días
que un fuerte olor a descomposición inundaba las cercanías. Cansado se dispuso
a encontrar la fuente, pensando que sería un gato muerto. Resulto ser el viejo,
muerto de hacía días. El hedor no sería tan fuerte, si no fuera porque los
gatos de habían comido parte del cadáver. Era lo que él habría deseado, que su
cuerpo hiciese un último servicio al mundo, y no un último incordio.
La policía se
llevó el cadáver, y al cabo de unos días recibió una llamada. Resultó, que el
viejo, estaba forrado y le dejó una extraña herencia…
Por eso las
tentaciones y frustraciones, por eso lágrimas compuestas de locura, orgullo y
estupidez.
Anochecía y se
paró en lo que parecía un pequeño recoveco de una cueva. Al detenerse vio otro
montón de chatarra despeñada. Vaya, parecía un camino maldito, todos se caían.
Se comió el bocadillo y se estiró. Mientras la luz abandonaba el cielo, las
estrellas se encendían Se percató que esa era la primera noche que estaba
verdaderamente solo; si moría allí por cualquier motivo, entraría a formar
parte del anonimato. Ya no le quedaba nadie, y lo que le quedaba lo encontraría
en la cima de la montaña, si es que llegaba. La cantimplora soltó su última
gota, y pensó de nuevo inconscientemente… Si vuelvo al amanecer, será todo
bajada, y podré beber el agua que quiera… Pero otra voz dijo… Qué coño! Siempre
tras la teta de mama, es que no puedes acabar esto solo? Tu vida vale tanto
como para seguir viviendo como una mierda? Polvo de mierda eres, y en polvo de
mierda quieres volver a regresar? Recuerda que eres mortal y no un dios, así
que no vas a perder mucho.
Se asustó,
parecía que el viejo le estuviera dando un rapapolvo. Susurro en el silencio:
Tienes razón, el que nada tiene, nada pierde; por eso un hombre no puede poseer
nada, porque si no su verdadera naturaleza muere poco a poco, por el temor a
perder.
Se durmió recordando la visita al notario, resultó
que el viejo había puesto una condición. Tenía que elegir, entre un montón de
dinero, o un trozo de papel. Parecía un concurso, y acabó decidiendo que quería
el papel. Entró en una cafetería, y
desplegó el papel. Era una especie de mapa, que parecía no estar muy lejos;
consistía en subir una montaña y poco más, desenterrar algo siguiendo unas
instrucciones.
-Ahora podría
estar en una buena cama, dormido con una puta a cada lado de la cama… Pero
quizás es lo que hizo mi padre… Se quedó dormido. Al amanecer le despertaron
unas hormigas que recorrían su cara. Se levantó de golpe y se sacudió el
cuerpo. Prosiguió. A mediodía encontró un pequeño arroyo con unas moras, comió
y llenó la mochila y cantimplora lo que pudo. Así siguieron los días, y cada día
encontraba algo para comer, hasta que se le pincho una rueda. Demasiado tarde
para retroceder, demasiado temprano para abandonar. Olía a sudor y sus ropas
estaban rasgadas, hasta que con los días llegó a la cima. Por el camino había
encontrado multitud de vehículos accidentados, mucha gente se había quedado por
el camino, pero él llegó. Recorrió 11 pasos después de la roca señalada en el
mapa, sacó una cuchara y se puso a cavar. A la hora de trabajo, pudo distinguir
una textura blanquecina en la tierra. Siguió cavando como podía, hasta que
desenterró la caja. Abrió la caja y encontró una nota:
Has renunciado a
tu cuerpo y a lo que le rodeaba ya puedes ver lo que eres. Este es el verdadero
camino, el que se recorre sin pensar. Si nadie más llegó a la cima, es porque
creyeron que seria imposible.
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