La chica de las braguitas de animales
Ella lo sabía, una hora más y el haría lo que ella querría, había caído en el embrujo del amor. Su madre le enseño la fórmula, unas gotas de casualidad, unas hebras de coquetería y feminidad, una onza de manipulación, y un chorro de morbo y sexo. No conocía a ningún hombre inmune, y este no sería la excepción. Su madre le reveló la receta cuando aún era medio mujer. Desde muy niña tenía una cara triste, muy triste, y esta nunca cambiaba, la llamaban Caralluvia. Su madre pensó, que podría obtener la felicidad de los hombres, sin embargo ella pensaba que jamás la encontraría en un hombre, si ella no aprendía a ser feliz antes.
Hacia unas horas, ella había bajado de un tren rebosante de estudiantes, la estación estaba nevada, hacia un frio omnipotente. Sabía que le quedaba poco tiempo, todo ese movimiento de gente, se debía a una guerra palpitante y activa. En dos días, jóvenes sin género, iban a defender su país, del inminente ataque invasor y opresor. Apenas marcó unas pisadas en la estación, choco casi casualmente con él. Era un hombre normal, en circunstancias normales, el también era joven, seguramente con un destino similar, él la ayudó a levantarse.
Caralluvia:!Patoso! ¡Me has tirado!
Chico nervioso: Lo-o-o… siento, yo no…
Caralluvia: Ya ya, ¿No piensas compensármelo?
Chico asustado: Yo… yo… ¿Cómo…?
Caralluvia: Se caballeroso, e invítame a un trago.
Chico con la cara roja: ¿Un-n-n Trago? ¿Q-q-quieres un café?
Caralluvia: ¿Estas alistado para mañana?
Chico más serio: S-s-sí.
Caralluvia: ¿Y piensas malgastar tu tiempo tomando café con una extraña?
Chico avergonzado: Ho-ho-hombre… Y-y-yo…
Caralluvia: Llévame a la taberna más ruidosa, y emborráchame ahora que tenemos tiempo.
Chico: B-b-bueno, si es lo que q-q-quieres…
La llevó al puerto, en una taberna de marineros, el local estaba lleno de soldados y fulanas. Bebieron hasta dejar sus almas mojadas de inconsciencia. Cuando ella se bajo sus pantalones, dejó al descubierto sus braguitas de animalitos, entonces el embrujo surtió sus efectos… ella le susurro:
Caralluvia: Primero, se perfecto para que yo pueda ser perfecta, luego se imperfecto, para que yo pueda ser imperfecta.
Las palabras sobraban, a él le daba igual que fuera rica o prostituta, solo le importaba quien era con él.
Lo hicieron de todas las formas que sabían y alguna vez fantasearon. Las braguitas de animalitos quedaron en el talón de una de las piernas de Caralluvia, él parecía recobrar lujuria cada vez que tropezaba con ellas.
Hacia unas horas, ella había bajado de un tren rebosante de estudiantes, la estación estaba nevada, hacia un frio omnipotente. Sabía que le quedaba poco tiempo, todo ese movimiento de gente, se debía a una guerra palpitante y activa. En dos días, jóvenes sin género, iban a defender su país, del inminente ataque invasor y opresor. Apenas marcó unas pisadas en la estación, choco casi casualmente con él. Era un hombre normal, en circunstancias normales, el también era joven, seguramente con un destino similar, él la ayudó a levantarse.
Caralluvia:!Patoso! ¡Me has tirado!
Chico nervioso: Lo-o-o… siento, yo no…
Caralluvia: Ya ya, ¿No piensas compensármelo?
Chico asustado: Yo… yo… ¿Cómo…?
Caralluvia: Se caballeroso, e invítame a un trago.
Chico con la cara roja: ¿Un-n-n Trago? ¿Q-q-quieres un café?
Caralluvia: ¿Estas alistado para mañana?
Chico más serio: S-s-sí.
Caralluvia: ¿Y piensas malgastar tu tiempo tomando café con una extraña?
Chico avergonzado: Ho-ho-hombre… Y-y-yo…
Caralluvia: Llévame a la taberna más ruidosa, y emborráchame ahora que tenemos tiempo.
Chico: B-b-bueno, si es lo que q-q-quieres…
La llevó al puerto, en una taberna de marineros, el local estaba lleno de soldados y fulanas. Bebieron hasta dejar sus almas mojadas de inconsciencia. Cuando ella se bajo sus pantalones, dejó al descubierto sus braguitas de animalitos, entonces el embrujo surtió sus efectos… ella le susurro:
Caralluvia: Primero, se perfecto para que yo pueda ser perfecta, luego se imperfecto, para que yo pueda ser imperfecta.
Las palabras sobraban, a él le daba igual que fuera rica o prostituta, solo le importaba quien era con él.
Lo hicieron de todas las formas que sabían y alguna vez fantasearon. Las braguitas de animalitos quedaron en el talón de una de las piernas de Caralluvia, él parecía recobrar lujuria cada vez que tropezaba con ellas.
Publico este trozo de cuento inacabado, pk últimamente escribo poco y no acabo mis textos, quizás de esta manera me motive a acabar este cuento.
3 Comments:
Ya era horaaaaaaaaa!!!! estaba preocupada....no sé si te tiene secuestrado una caralluvia o estas vago....haz el favor de acabar tus textos y utiliza cualquier cosa, estado o pensamiento que te motive a acabar el de ahora.....el comienzo es delicioso y promete....un abrazo prieto prieto y una sonrisa....mami virtual
Hola mami, da gusto en el alma que mires mi blog a pesar de no publicar nada. He estado (y estoy), presentandome a mi mismo, lados salvajes que me forman. Estoy bien, ninguna Caralluvia me raptó de momento, sigo dando por culo lo que me dejan, y un poquito mas. Espero coincidir contigo, de esa manera tan misteriosa, como solo Tu y Yo sabemos hacer inconscientemente.
PD: Tengo ganas de vomitar letras con sentido y consentidas.
Me encantaría leer la continuación.
dama_serena
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