11/18/2010

Sacos de carne con miedo

Cuando pasó por tu lado, la ignoraste, cuando te pedía ayuda, negaste gritando más, cuando se abría las venas, cerrabas los ojos. A quien ignorabas. ¿A su debilidad?¿a la tuya? ¿Acaso crees que eres inmune?
Creo, que ese dios, o esa ignorancia, es solo tu yo disfrazado, por miedo a ser el ser mortal y frágil que eres.
Laia podía verlo, hay gente que vive por inercia, donde figuras de autoridad te guían hacia sus deseos y carencias. El ser humano, de base solo ordena o cumple, es un animal “reaccional”, pero algunas personas viven en la contradicción; estas, se rebelan ante la autoridad, no la entienden ni comparten. Laia era así, su primer ejemplo de mandato, eran unos padres que se sentían fracasados, y centraban sus miserias en ella. Su propio país, era una mierda, donde los ricos tiraban migajas de pan por las calles, y ejércitos de pobres se mataban por las sobras.
Laia, sentía un asco infinito, que coño hacia ella, en medio de este mecanismo de sodomía y ejecución. Estaba maldita, solo ella veía la miseria de espíritu que nos caracteriza. Despertó una mañana, y empezó a correr. Ni siquiera se había vestido, solo quería escapar. A las horas los pies le sangraban, pero eso daba igual, nada la detenía. Llego a una playa, y se fue sumergiendo en el agua, a pesar de tener los pulmones llenos de esta, seguía corriendo. Su cuerpo se llenó de algas, era una masa verde y viscosa que se dirigía a ninguna parte. Fueron pasando los meses, y cada vez su movimiento aumentaba. Llego un momento, en que el mar acabó, y subió una montaña que acababa en un barranco, a pesar de ello, aceleraba. Cogió tanta velocidad, que salió disparada hacia la troposfera. Salió de esta y voló hacia el espacio. La luz del sol la iluminaba, desde la tierra la vieron alejarse desde los telescopios. Laia pasó por delante de varios planetas, los veía vacios, y sentía que no había diferencia con la tierra. Viajaba por un espacio negro, y pronto se convirtió en luz. Laia era un flujo de fotones, que solo avanzando buscando, el que, era un misterio. Durante miles de años, vio estrellas, rodeo agujeros negros, y sitió como morían los soles, matando toda vida. Aunque también sabia, que el caos y destrucción, era una nueva oportunidad para volver a empezar. Después de curar todo su dolor, regresó a su cama, allí se materializo, se tapó y se durmió. Por la mañana, todo había sido un sueño, pero Laia había vivido miles de años, y visto innumerables cosas. Se susurro a sí misma:
Vive, solo vive, no has de hacen nada mas, ni nada menos, el cielo, el infierno, y la tierra, son secundarios.
Esa mañana sonrió, hacia millones de años que no lo hacía.