Perdedores y perdidos
perdedor, ra.
1. adj. Que pierde.
Hay una faceta de nuestra vida, en que todos somos ganadores, y otra, en la que somos perdedores. El triunfo se mide en posibilidades, y cuando es más incierto el campo, más amplio y poderoso resulta. Los bebes, son parásitos frágiles, totalmente dependientes, y por alguna fijación genética, son usualmente tratados con respeto y admiración, cualquier monería toma relevancia. A medida que el ser avanza, pierde radio de posibilidades, acercándose inexorablemente a una más que probable, Nada. Sin embargo, los bebes nacen mas vacios que los que van a morir, y la información que les da trascendencia en el medio, va en sentido contrario al triunfo.
La genética nos influye a buscar la mejor mezcla posible de genes para la supervivencia, siendo el triunfo la meta a seguir, siendo la renovación una forma de asegurar la transmisión, y desde un punto de vista, la progresión.
Sin embargo, ¿A dónde nos ha llevado todo esto? A una duradera y cruda esclavización del ser. Roma se sostenía por los esclavos, y la edad media también. Con el tiempo ha ido variando el nivel de sofisticación de estos, alcanzando mayores libertades subjetivas. Pero la realidad es que la gente tiene gobernantes y un mínimo de 8 horas de servicio. Todo eso va orientado a un 1% total de la población. Ese es el verdadero triunfo der ser humano, confundirlo y perderlo entre su humanidad, para transformarlo en poco más que un buey que tira de un arado, al que le dejan libertad para jugar en la granja, siempre que resulte útil para algo más que un estofado.
El triunfo es el principal motor de la sociedad actual, y nuestra tecnología a sustituido a la espiritualidad. Nuestra meditación esta premeditada por mentes más rápidas e interesadas, disfrazando nuestras preocupaciones en formas despersonalizadas para personalizarnos. Detrás de ese móvil rosa con cámara de fotos, hay sangre de individuos súper explotados, que trabajan para mantener competencia en las industrias, y comprar nuestras mentes a 8 euros la hora.
Al principio explicaba, la auto competitividad inherente en el hombre, que se transmite a sí misma con cada generación venidera, donde los muertos solo abonan margaritas. El propio sistema, es el resultado de una selección natural elegante, donde el punto de vista del observador, lo es todo .El mismo ser ha manipulado a sus hermanos, para olvidar sus atributos, y necesite comprarlos a toda costa. Esa es nuestra perdida, nuestra capacidad de creatividad, y nuestro fracaso, ser mera conductividad.
1. adj. Que pierde.
Hay una faceta de nuestra vida, en que todos somos ganadores, y otra, en la que somos perdedores. El triunfo se mide en posibilidades, y cuando es más incierto el campo, más amplio y poderoso resulta. Los bebes, son parásitos frágiles, totalmente dependientes, y por alguna fijación genética, son usualmente tratados con respeto y admiración, cualquier monería toma relevancia. A medida que el ser avanza, pierde radio de posibilidades, acercándose inexorablemente a una más que probable, Nada. Sin embargo, los bebes nacen mas vacios que los que van a morir, y la información que les da trascendencia en el medio, va en sentido contrario al triunfo.
La genética nos influye a buscar la mejor mezcla posible de genes para la supervivencia, siendo el triunfo la meta a seguir, siendo la renovación una forma de asegurar la transmisión, y desde un punto de vista, la progresión.
Sin embargo, ¿A dónde nos ha llevado todo esto? A una duradera y cruda esclavización del ser. Roma se sostenía por los esclavos, y la edad media también. Con el tiempo ha ido variando el nivel de sofisticación de estos, alcanzando mayores libertades subjetivas. Pero la realidad es que la gente tiene gobernantes y un mínimo de 8 horas de servicio. Todo eso va orientado a un 1% total de la población. Ese es el verdadero triunfo der ser humano, confundirlo y perderlo entre su humanidad, para transformarlo en poco más que un buey que tira de un arado, al que le dejan libertad para jugar en la granja, siempre que resulte útil para algo más que un estofado.
El triunfo es el principal motor de la sociedad actual, y nuestra tecnología a sustituido a la espiritualidad. Nuestra meditación esta premeditada por mentes más rápidas e interesadas, disfrazando nuestras preocupaciones en formas despersonalizadas para personalizarnos. Detrás de ese móvil rosa con cámara de fotos, hay sangre de individuos súper explotados, que trabajan para mantener competencia en las industrias, y comprar nuestras mentes a 8 euros la hora.
Al principio explicaba, la auto competitividad inherente en el hombre, que se transmite a sí misma con cada generación venidera, donde los muertos solo abonan margaritas. El propio sistema, es el resultado de una selección natural elegante, donde el punto de vista del observador, lo es todo .El mismo ser ha manipulado a sus hermanos, para olvidar sus atributos, y necesite comprarlos a toda costa. Esa es nuestra perdida, nuestra capacidad de creatividad, y nuestro fracaso, ser mera conductividad.