Me llama la noche
Está llegando el
momento, lo sé, se me eriza la piel. Los últimos rayos de luz se van
deshaciendo a sombras, y el olor ya se infiltra en mí. A través de él, se clavan
en mi cerebro imágenes de victimas pasadas y futuras. Me da igual su pecado o
inocencia. Su error fue creer que la seguridad les alargaría sus vidas. Encerrados
en sus hogares, engordándose como cerdos, acumulando grasas que pronto serán
las mías. Hay algo dentro de mí, es difícil de explicar. De día soy ese ser, al
que todos aman. Cuando pestañean saben que encontraran la misma cara amable que
dejaron de ver instantes atrás. No imaginan que horas más adelante, me va a
poseer la bestia. Es una fuerza de la naturaleza que no tiene cara, pero es
puro musculo. Ya dije que es difícil de explicar hacia las almas vírgenes, que
no sentís la electricidad que motiva a cada célula de vuestro cuerpo. Ya llega
la noche, no voy a intentar resistirme a la sed, está siempre me alcanza y
adelanta. Llevo todo el día pensando en estos momentos, es una mezcla de
placer, turbación y culpa. Pero la culpa solo es diurna, ahora toca matar. Me
deslizo sinuosamente por la ventana, nadie se ha dado cuenta. La oscuridad es
mi aliada, me lamo los dedos buscando un objetivo indefenso. Ya te he
localizado, pronto sentirás mi ira indiferente. Me relamo mientras ignoras tu
corto futuro. Mis orejas se tuercen hacia ti, mi cola se tensa, y sin darte
tiempo a gritar, hago un maullido mientras salto hacia ti, y mis garras desunen
tu yugular.
Hoy ya no es tu
día.