9/07/2011

Cuando leo tus relatos te vivo en la carne viva

Me he cortado los brazos porque sí.
Por soberbia.
Para ser bella y deforme.

No necesito cabeza.
Nada tiene que habitar.
Excepto cólera.

Buscando un rincón en la casa
como los perros
como las ratas
una sola historia nadando en el vaso de agua de la mesilla.

Abonando la tierra.
Abrazando al macho.
Pariendo.
Sólo siendo mujer y para serlo.

En este paisaje blanco blando como los sueños
que es mi cama
de un sueño que no es casa
ni escondrijo de alimaña asesina,al negar su amor primero, si lo hubo y fue bello como recuerdo, que recuerdo cuando la cólera se diluye subiendo a las colinas blancas y se evapora en el gas.

Gas.
Respiro el gas y no muero.
Porque sí.

Porque sí me he cortado los brazos.
Para que la sangre fluya y me abandone, detrás el nombre,
hasta la nada de las playas blancas del campo de gas en el que pienso la cabeza que no tengo,
los brazos cortados, la piel caliente y mi gruta jugosa y el fervor que me hizo diosa cuando el verde era real en los prados
y las espigas terminaban en pan
y el puerto en viaje
y el frío en invierno.
La vida era un acto reflejo, simple como tragar.
Fue la hora en la que el sol rastrilla el cielo, rojo antes,
y blanco en la grasa de las nubes corriendo el techo
violadas por el viento de un ventilador

Una habitación. Otra habitación. Y otra.
La cabeza rodando. Los brazos abriendo las puertas. Los brazos cerrando las piernas. Un ojo mirando por la cerradura.
Un ciego.
Y yo miro. Miro al ciego que no ve. Le grito al ciego que tampoco escucha. Porque es de barro. Y yo de carne. De piedra después.

La anestesia del gas. Del paisaje blanco, blando como los sueños.
De las colinas y de este mundo redondo, lleno de gas, en el que todo adjetivo es exceso
en el que todo exceso es nombre, nombre sin cualidad, una fila de nombres habitando la casa, masturbándose en las esquinas y en el baño
detrás de las puertas cerradas que abren los brazos cortados y la cabeza rodando por los pasillos entro en la cocina y allí están.
Allí están. Los otros. Con los cuchillos.
El limbo de la noche. El limbo del día. Reflejados en la hoja de metal. Y el ojo en la cerradura mira.
El minuto sin paisaje. El campo de madera de los pasillos
los muros llenos de sangre
la cabeza rodando buscando la llave golpea las esquinas.

Un brazo cortado me ordena el pelo enredado, lme acaricia la cara, con los dedos recoge las lágrimas y las guarda en una caja para la próxima vez.
Y el otro brazo me castiga, me abofetea, me clava en los ojos las uñas largas

Y el ojo en la cerradura mira.

La cabeza de nuevo rodando
olvida en el recuerdo la hora borracha de ver salir el sol con la piel untada de oro y semen.
Fui yegua y loba despues, luego hiena
cerre las piernas y subí hasta los campos de gas.

Gas.
Respiro el gas y no muero.
Porque el paisaje es blanco, blando como la siesta antes de quitarle el tapón
de sacarle la luna al calendario.
En la caverna que sólo ha cambiado de aspecto
encalando paredes, levantando esquinas para una habitación.
Otra habitación. Y otra.
Encajándole puertas al ojo fisgón de los pasillos.

El fuego en el centro de la casa. La manada alrededor.
La cabeza baja revolviendo la comida.
La cabeza baja a la izquierda del lecho.
La cabeza colgada riendo tras la puerta cerrada del baño y allí están.
Allí están. Los otros. Con los cuchillos.
Tarde.
Ya no hay agua en el vaso de agua de la mesilla
.
Sobre los campos de gas yermos que no habito
he construido mi memoria.

Me he cortado los brazos porque sí.

Por soberbia.

Para ser bella y deforme.

No es mio, pero queria dejarlo al lado de mis pensamientos

Creadores

Esta es la historia de los creadores, y la diferencia que hay con la gente corriente, o sea, que corre.
El mundo fue diseñado por arquitectos, y los hombres domesticados eligieron un trozo de pan, y se pusieron a pagar rentas de lugares, tan solo porque otros hombres estuvieron antes y construyeron allí. Con las generaciones, esto último se olvidó, y la tierra pasaba virtualmente de mano en mano, pero el sistema estaba montado para que una pequeña pero latente estadística, fuera favorable a los descendientes de los arrendatarios. Estos, acaudalados por sus riquezas e intelectos, controlaban el ejército y armas.
Qué ciudadano, protestaría, mientras su única defensa era una piedra contra una lanza?
Qué ciudadano, protestaría, mientras sintiera que ya piensan por él?
Qué ciudadano, protestaría, mientras el pan estuviera en la mesa?
Qué ciudadano, protestaría, mientras pudiera sentir su ego triunfante, aunque este fuera delegado a otro, ya sea con su muerte o su victoria?
Ninguno, ningún ciudadano, por eso nacieron los creadores. Los creadores eran seres que ya no necesitaban a la sociedad directamente, porque simplemente, creaban ellos sus valores y sustentos. Los arrendatarios se asustaron un poco, así que decidieron estudiar a los creadores, estos creaban a partir de cuatro cosas: la imaginación, los ideales, el arte y las ideas.
Los arrendatarios, preocupados, fueron a ver a los arquitectos.

Arrendatarios: Arquitectos, necesitamos que inventéis algo para matar la imaginación.
Arquitectos: No os preocupéis, inventaremos la televisión. Es un aparato que cuenta cosas con imágenes y sonidos, de esta manera nadie volverá a necesitar la imaginación, solo la información.
Arrendatarios: También necesitamos que aniquiléis a los ideales.
Arquitectos: No os preocupéis, inventaremos la publicidad. Es un sistema por el cual, mensaje tras mensaje, convenceremos a la gente qué necesita poseer, y les demostraremos que son imperfectos, mismamente, no admiraran a nadie ni nada, solo verán defectos.
Arrendatarios: Es necesario que enterréis el arte.
Arquitectos: No os preocupéis, el arte está en los ojos de quien mira. Concebiremos la educación, así controlaremos las mentes de cada individuo. Les diremos desde niños, que sin trabajo no hay futuro, y que sin especialización, no hay trabajo. Distraeremos su atención hasta que sean aptos para trabajar, les confundiremos haciendo del arte un negocio, que solo reside en los elegidos.
Arrendatarios: Las ideas han de desaparecer.
Arquitectos: No os preocupéis, haremos que las ideas sean una propiedad intelectual. Transformaremos el conocimiento en una mercancía, así las ideas, aunque se compartan, serán propias e intransferibles de ser a ser, los dividiremos y se pelearan para sentirse especiales.
Arrendatarios: Confiamos en vuestro talento, vuestras rentas están en juego.
Arquitectos: Amen.
Todo sucedió como pronosticaron los arquitectos, los 4 elementos de discordia se unieron en una sinergia de despropósito. La sociedad, obligó a los creadores a callar.
Una tarde, un hombre corriente, se perdió por el bosque y llego a una cueva. Entró, estaba iluminada por dentro con bombillas recicladas, conectadas a generadores. Se adentro más y más, encontró a gente pintando, hablando, escribiendo o follando. Atónito, se acercó a una chica que pintaba una playa.
Hombre corriente:¿ Qué es esto?
Mujer pintora: Es mi playa, voy allí a bañarme y hacer el amor con los delfines.
Hombre corriente: No, me refiero a este lugar.
Mujer pintora: Soy Ana, este es el sitio de mi recreo.
Hombre corriente: ¿Y qué hacéis aquí?
Ana: La sociedad es un mito, un invento para esclavizaros, nosotros elegimos ser esclavos de nuestros cuerpos.
Hombre corriente: ¿Esclavos? ¿Y qué es ser esclavo de un cuerpo?
Ana: Tú eres esclavo de un cuerpo, que no es el tuyo. Yo soy esclava de un cuerpo, que es el mío. El cuerpo nos da dolor y placer, mientras más alejado estés de tu cuerpo, más frustración sentirás, por no fusionar tu mente con él.
Hombre corriente: No entiendo nada.
Ana: Tu ceguera se basa en tu desaprobación, en no creer merecer más, en no ver más, simplemente.
Hombre corriente: ¿Estoy ciego?
Ana: Vives una mentira, donde te crees tu propio Yo, y no eres capaz de ser un Tú.
Hombre corriente: ¿Quién eres tú?
Ana: Soy una creadora, una deformación humana, capaz de sentir sin tener.
Hombre corriente: ¿Por qué nunca antes vi esta caverna?
Ana: Porque la caverna es en realidad, el lugar de donde procedes.
Hombre corriente: ¿Qué soy yo?
Ana: Un ciudadano, eres solo un cuerpo que vive en un mundo diseñado por arquitectos, y dirigido por arrendatarios.
Hombre corriente: ¿Qué es un arquitecto?
Ana: Una mente superior, esclava de sus necesidades y miedos.
Hombre corriente:¿Y un arrendatario?
Ana: Un agujero negro de ego, que necesita devorar para no colapsarse en su propia gravedad.
Hombre corriente: ¿Qué es un creador?
Ana: Alguien que consiguió conocer a sus yoes para luego matarlos, y comprendió que la miseria humana, nace del deseo de desear poseer algo.