8/19/2010

Las ninfas de la noche

A los 16 años me compraron un segundo ordenador, por aquel entonces estaba naciendo internet, en aquella época era algo extraño y misterioso, de repente surgía información nueva en nuestras vidas, pasamos de solo tener un profesor ego centrista con personalidad claustrofóbica, a tener acceso a todo tipo de información, de forma totalmente anónima. Dejamos de masturbarnos con revistas viejas y remiradas, a poder ver lo que era un coño de verdad. El cambio fue brutal en muchos aspectos, y pasé de ser el patito feo de mi clase, a un cisne virtual. Fui desarrollando mis talentos y descubrí que no se me daba mal escribir, y además, me hacía sentir bien. Nunca antes había escuchado música de forma asidua, y comencé a coleccionar canciones en formato midi, que era una especie de parodia de la canción en concreto, con sonidos de un teclado barato Casio. Antes desconocía el poder de la música en mi cerebro, los pensamientos se ponían a bailar, y fluían por mi cabeza, avanzando donde antes se encallaban. Por esa época escribí unos 100 poemas, que compondrían la base de mi creatividad, almacenando imágenes que sugerían las distintas combinaciones de palabras. Acabé por enterarme del poder de persuasión que ejercía el misterio sobre la mujer, lo llame “la técnica del escorpión”, donde uno es un cazador, que estudia a una presa. Le dice lo que desea oír, y luego desaparece, para volver en el momento más aleatorio, y volver a picar a la víctima, hasta que acabase siendo adicta, a la misma picadura que la mata poco a poco. Odiaba y amaba a las mujeres, conseguía con esto mi venganza, carcomerlas por dentro hasta que sintieran lo que había sentido yo con ellas. Curiosamente, después de unos años, logré tapar el dolor con pilas de corazones heridos, y aunque el método era cuestionable, acabó curando una gran parte del odio, aunque seguía faltando el dolor que mi madre me hacia sin querer, del que yo interpretaba exprofeso. De aquellas prácticas no me siento orgulloso, pero creo haberlas compensado con el tiempo, y si más no, les di un sueño en el que creer, pues jamás las trate conscientemente mal. Gran parte de mi, procedía de esas conversaciones, guardo gran parte de ellas, y son miles, se tardarían años el leer. Con Anabel, quizás la chica con la que mas hable, hay más de 3.000 páginas escritas entre los dos. Guardo con cariño esa biblioteca de conversaciones, aunque jamás las mire, son parte de mi. En esos 14 años de Internet, habré chateado un mínimo de 1 hora diaria, y siento como una especie de intuición, en todo lo que leo, a veces fallo, pero parece ser que se auto orienta hacia las ninfas de la noche. Ellas son seres anónimos, hay un pacto no escrito entre nosotros, uno que dice que vamos a ser tan intensos, que arderemos esa misma noche, o en unas pocas. Y siempre se vuelve a empezar, con el misterio de 2 extraños, que curan las heridas que nos hace la luz del día, el dolor, la economía, la avaricia y mezquindad. Vamos a ser 2 personas en un solo universo, quizás esté construido de confidencias, sexo, mimos, risas, filosofía, pasados, o incluso, sueños.

Las horas pasan, y 3 o 4 ninfas pasaron por mi teclado ya, los pájaros cantan al sol, y yo somnoliento, me rio de que todos despierten cuando yo me duermo.

8/09/2010

Cerrando el cerco

Sabes que esto es circunstancial. En tus recuerdos pusiste una pauta temporal de niño. Tendrías 10 años y subías al coche, entonces pensaste. Quiero hacer un oasis temporal donde encontrarme a cualquier edad. Y has ido recorriendo caminos desde entonces, aprendiste y olvidaste miedos. Y ahora vuelvo a crear una pausa temporal, para volver siempre que quera. Todo ha cambiado tanto que no recuerdo bien como soy ya. Tomo decisiones a partir del mero hecho de variar el resultado, porque sé que todo es temporal. Y quizás nos dirigimos al principio, o quizás es el final. Es tan confuso todo, el universo es tan extraño como una religión, el más allá esta tan lejos como la estrella más cercana, entre años luz de carne o gases incandescentes no puedo encontrar la diferencia. Y si creyéndome especial y místico, me siento mejor, porque creer en la lógica irreflexiva. No siento ni principio ni fin, solo me dejo drogar por las interpretaciones de mi cerebro, y en algún lugar, existen unas neuronas viciosas, que se auto manipulan, para sentir lenguas y cuerpos desnudos, lamer los sentidos.