2/27/2008

Cada cual no es uno y sus circunstancias, si no uno y sus pensamientos

Esa mañana había un traslado en el hospital, era contradictorio, motivos: Falta de equipo. Pero provenía de la capital, hacia una ciudad entre comillas, con sus instituciones y respeto, aunque una cosa de cada, sin repetir. Las enfermeras aburridas y costillas murmuraban si seria joven o viejo, guapo, simpático, ¿interesante tal vez? ¿Qué tipo de ayuda podemos ofrecer nosotros que no tenga la gran ciudad? Solo era un cáliz de color que iba a entrar en una habitación, al final todas acaban conociendo a los pacientes crónicos, y todos cambian, pero la finalidad de estar enfermo es la misma. Llegó un fax, con garabatos léxicos y médicos, se resumían a paciente joven, accidente brutal, amputación de 4 miembros (solo hay 5 y uno es pequeño), nombre Nick, sin más identificación. Estado vegetativo, el paciente no habla ni atiende. No pintaba muy bien, un interno así requiere de muchos cuidados, pañales y medicación, la ventaja seria que no hay quejas, sin familiares ni orden y tiempo. Nick llegó en ambulancia, como requería aún de cuidados un largo tiempo (a pesar de llevar mucho ya), lo pusieron en una especie de almacén, contiguo a la sala de “recreo”, de esta forma podían vigilarlo en caso de emergencia, y lo restringían de la mirada pública. Nick tenía cara de buen chico, cada mañana la misma enfermera lavaba su pelo en un cuento metálico, le afeitaba, y le repasaba las uñas. El sonreirá gratamente durante todo el proceso. Cada 2 o 3 horas pasaba alguien a ponerle el termómetro, le movía de paso, para evitar yagas. Estaba rodeado de almohadas, y todo era suavidad, las cambiaban a diario. Nick comía por la nariz (sonda), y siempre le hacían bromas con si se lo había acabado todo. Era una bolsa con un potingue que parecían galletas machacadas con leche. Con el tiempo gano el cariño femenino, y todos hacían recurrentes las palabras: Pobrecito o que mala suerte. Después de un tiempo, mientras sus cicatrices se curaban, hubo un cambio de gobierno, y con él una nueva ley que abalaba la eutanasia en caso de pacientes vegetales. El psiquiatra, quiso compadecerse de Nick, y sabía que para poder ayudarle a morir, necesitaba cerciorarse y certificar su actividad cerebral. Conectaron 256 electrodos en su cabeza. Su lóbulo frontal se encendió como nada que hubieran visto antes, la actividad era enorme. Ellos sabían que un área específica en el lado izquierdo del Lóbulo frontal, es donde se experimenta alegría y felicidad.
Psiquiatra: Este tío debe ser el hombre más contento del planeta, jamás vi algo parecido, este chico piensa y vive más que nosotros.
Nick sonrió, y se le escapó una risilla.
Enfermera cuidadora: Pero Nick, tú tienes capacidad física para hablar, por el cariño que te tengo ¿me entiendes si te hablo?
Nick con voz susurrante y tímida: Sí.
Psiquiatra:¿ Y porque no hablaste antes?
Nick: Es la primera vez que no me obligan a hacerlo.
Psiquiatra: Nick, ¿deseas morir? Puedo mentir en el informe y tendrás una muerte digna.
Nick: ¿Por qué debería querer morir?
Psiquiatra: Pues… por… porque no tienes ni piernas ni brazos.
Nick: ¿No lo tengo yo, o no imaginas tu vida sin ello?
Psiquiatra: Tu vida está destinada a una cama.
Nick: Y la tuya a un hospital y a una familia. Hace un momento era el ser feliz del mundo.
Psiquiatra: ¿Cómo se puede estar alegre si no puedes hacer nada?
Nick: Porque conservo el mayor musculo de todos, y la mejor extremidad, la cabeza. Con ella camino, me abanico, leo, salto, nado, montó a caballo…
Psiquiatra: Te has creado un mundo de fantasía, no es real, tú no te has movido de la cama.
Nick: Te has creado un mundo sólido, es siempre igual, regular, plano, no te has movido de tu cuerpo, por eso no concibes un mundo sin él.
Psiquiatra:¿ Por que eres tan feliz Nick?
Nick: No os gustará, ese es el verdadero motivo de mi traslado.
Psiquiatra: Cuéntanoslo.
Nick: Cada mañana despierto de un dulce sueño, seguido viene mi enfermera, me sonríe y saluda, rellena un cuenco con agua tibia, y me lava el pelo suavemente, después cariñosamente me afeita y lima las uñas. Mantengo esa agradable sensación en mi cabeza durante horas. Van viniendo a verme y a cambiarme de posición, entretanto me miman y me hablan, me cuentan sus intimidades, hablando solas/os. Cuando en la ventana notó que anochece, siempre vienen 4 o 5, a hacer la última cama, huele a limpio, toda la ropa es repuesta, y me lavan y ponen cremas, me tocan sus dedos tímidos con miedo a romperme, me miran las heridas y las tratan. La luz se acaba, y duermo placido a un despertar más. Esto es vida, o al menos yo la creo así, maravillosa. Vosotros trabajáis 8 horas diarias para mantener un status social, lidiáis con el sexo opuesto, y nunca nada os hace feliz un gran mínimo de tiempo, siempre acaban las sensaciones. Yo las siento y maximizo.
Psiquiatra molesto: No vas a vivir siempre aquí.
Nick: Lo sé, y cuando este mejor voy a aprender a caminar y viviré solo.
Psiquiatra: Eso es muy bonito, pero has de acepar tus limitaciones.
Nick: Tus limitaciones no son las mías.
Psiquiatra: No estás siendo juicioso.
Nick: No estoy siendo lo que tu luchas por entender.
La conversación acabo allí, fueron su últimas palabras en ese lugar. Las noticias se extendieron como una bacteria resistente a los antibióticos, pronto se creó una disconformidad entre las enfermeras. Ellas que trabajaban incesablemente contra el dolor y la muerte, resulta que eran “chachas” de Nick, que era más feliz que todas ellas juntas, el solo vivía, ellas lo alimentaban, cuidaban y curaban. Se creo malestar y a partir de entonces se repartieron el trabajo entre todas, sin ningún favoritismo. Pasó de ser “el pobre” a “el maldito”. Empezaron por cortar su pelo hasta dejarlo pelón, y minimizar así su “ducha” a un simple pasado de esponja, el respondió con una sonrisa. Redujeron las veces que venían a verle, y le dejaron para el final del final, le despertaban a las 5 de la mañana, y muchos días no lo limpiaban. El solo respondía con una gran sonrisa cuando se acordaban de él. Como nada parecía mermar su felicidad, el director del hospital decidió trasladarle para evitar más charlas y desorden en las enfermeras y auxiliares. El motivo, el mismo, falta de equipo.
Pasaron varios años, ya nadie recordaba a Nick. La enfermera que empezó lavándole el pelo, un día, paseaba por la playa, junto con su familia. Vio a Nick en el agua, este se adentraba mar adentro.
Enfermera cuidadora: ¡No, no lo hagas!
Se adentro hasta cubrir su cuello de una gargantilla de espuma, se sumergió, y pasaron unos segundos. La enfermera corrió hacia el. Asomo la cabeza fuera del agua, y con soltura, nadó curvando su espalda junto al vientre, era más hermoso que cien sirenas recubiertas con escamas relucientes de mil colores, y el arco iris en sus ojos. La enfermera se paralizó ante la belleza de los movimientos de Nick. Este lo vio, sonrió, y dijo.
Nick: Ya te dije que iba a vivir solo 

Dedicado a mi superhéroe real, Nick
http://es.youtube.com/watch?v=0RiTJzcTFQE&feature=related