1/12/2009

Puerta

Nunca supo el porqué ni el motivo. Aleatorio o fortuito, una mañana despertó malhumorado delante de una puerta blanca de madera. Atontado intentó abrirla, agarró el picaporte y llamó, lo hizo despacio hasta mostrarse enérgico, difuso o rítmico, nadie abrió. Estiró la puerta y no parecía ceder ni un centímetro, uso toda su fuerza y el resultado fue el mismo. No estaba encerrado, pero se sentía así, empeñado en abrir la puerta. Giró la cabeza, y vio a otro hombre igual tratando de abrirla, torció la cabeza y otra imagen similar atravesó sus retinas. Se asusto, se sentó y ambos hombres rompieron a llorar con él. Al rato, los 3 cambiaron pena por ira, y empezaron a golpear la madera con rabia y fuerza sobre humanas, durante una hora, hasta caer exhaustos los tres, abatidos, fatigados, desesperanzados. Cayeron en un largo sueño, largas horas y largos días pasaron uno a uno sin colarse, ordenados y en silencio. Resulto ser una obsesión común, el hambre no era un problema, pues salían a cazar y recolectar, el del medio, cuando saciaba sus necesidades, congelaba su mirada, y se concentraba en su único objetivo, ser el primero en entrar, le daba igual estar viviendo para abrir una puerta, ser un instrumento. Volvían a la carga, desgastaban sus uñas, a medida que crecían, se consumian. Los dientes sufrían un destino peor, pues esos se rompían y rompian, lloraban sangre y se desprendían.los meses fueron pasando acompañados años doce veces más lentos, con alguna década 120 veces más escasa. Y es que la violencia y la persistencia, solo rallaban y hacían añicos pequeños trozos de madera aparentemente insoldable e insoluble. Tiempo incontable más tarde, una tarde de desesperación, reunió su sangre acumulándose en atroces músculos y venas, cogió carrerilla y se abalanzó, se oyeron tremendos crujidos al impactar su hombro contra una fuerza inamovible, y un caudal de dolor y desesperación colmo su cuerpo, su brazo se había hecho añicos como un cristal besando una piedra. Se retorció y un pánico desmesurado se apoderó de sus pensamientos, había malgastado su mejor baza, quizás había debilitado la madera internamente como ella hizo con él. Embutido de rabia, dejo atrás el dolor, la cordura, la supervivencia, la consciencia… En una carga brutal digna de un titán, choco contra su enemigo inerte, esta vez, las grietas fueron mutuas, su brazo inservible, castrado, muerto… La madera rascada, abollada, resquebrajada. Semiinconsciente se difumino contra el suelo, recuperando el oxigeno que consumió de mas. A cada lado, yacía un hombre, destrozado y derrotado, con sus puertas agrietadas, sin fuerzas, sin esperanzas. El shock fue protagonista, horas de ausencia y silencio en su cabeza, si su subconsciente tuviera boca, le habría dicho: Lo siento, no puedo recordarlo todo.
En un coctel de Discapacidad, Impotencia, Cólera, Ansia… sus ojos fueron recogiendo la luz que le rodeaba poco a poco, un hombre le ayudo a reincorporarse, sacó un manojo de llaves tintineantes del bolsillo, se fijo, y sus compañeros sufrían el mismo destino que él, con 2 hombres de negro más. La llave parecía encajar, y un clic fue suficiente para abrirla. En segundos recorrían los 30 años que intentó entrar.
La puerta se abrió y una clara luz tras ella, pronto las formas se estructuraron y pudo distinguir una mesa, dos sillas, y lo que parecía una botella de vino. El extraño ayudo a sentarse al hombre de los brazos rotos, sonrió, fue hacia una esquina y cogió 2 vasos sucios por los años, se volvió a acercar, tomo asiento, y abrió la botella. Lleno ambos vasos y acerco uno de estos a la boca del ser no tan extraño. Estaba caliente y avinagrado, con pequeños tropezones de algo indefinido. Bajo ninguna circunstancia habría bebido de ese anatómico y viscoso mejunje, pero esa no era ni siquiera, una circunstancia.
Extraño: ¿Satisfecho?
Menos extraño: Decepcionado.
Extraño: El mundo estaba fuera, no dentro.
Menos extraño: Jamás lo imagine.
Extraño: Jamás te lo dijeron.
Menos extraño: Había mas como yo persiguiendo lo mismo.
Extraño: Estabas solo.
Menos extraño: ¿Solo?
Extraño: Solo, nunca te fijaste que aquellos que perseguían tus mismas metas eran espejos.
Pasaron unos minutos de silencio.
Menos extraño: ¿Quien me trajo aquí?
Extraño: Solo tú.
Menos extraño: Porque no viniste antes.
Extraño: Es el maestro el que busca al alumno, no al revés.
Menos extraño: ¿Que va a ser de mí?
Extraño: No podemos elegir nada, excepto la forma de pensar y cómo hacerlo. Has sido sumamente afortunado.
Menos extraño: ¿Afortunado?
Extraño sonriendo: Has vivido 30 años de paz.


Dedicado a mi mejor amigo, Cristian Roig.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Como dice Lao Tse "el que domina a los otros es fuerte, el que se domina a sí mismo es poderoso".

Somos nosotros mismos los que decidimos cuando abrir o cerrar las puertas de nuestra vida, ahora solo nos queda aprender a como hacerlo.

Un beso grandote desde León.

6:39 p. m., enero 13, 2009  

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