Pesca pescae
Con 10 cojones por barba,
Atún y Pescadilla y alguna ameba,
Raja el mar como una abuela,
Un barquito chiquitín,
Bonito el “pescata” cantan.
Nunca traigo nada podrido,
Mares y ríos he recorrido,
De arriba abajo sin fin.
Mi bote apenas flota,
El motor hace algún aspaviento,
Más aguanta por el momento,
Tormentas y rayos amarillos;
Y siente bonito el “pescata”,
como se mueve el mar como sopa,
En tierra iluminando, el faro flota,
y en el mercado abundan los pillos.
Avanza, con brío,
Sin pavor,
No le temes al frio,
Juntos aprenderemos la danza,
no sea que nos crezca la panza,
Seamos elegantes como un señor.
Hago pesas,
crece el pecho,
como berberecho,
hablo francés,
caigo abatido,
Aprendo canciones,
Valiente como diez napoleones,
coso calcetines.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi furor la pubertad,
mi don, la agilidad y la paciencia,
mi sabia es salada, es hogar.
Cantaba eso Bonito el “pescata”, trajinando entre cabos. Por supuesto era una adaptación de la canción del pirata, de Espronceda, aunque era más cortita. El espíritu del pirata, se hundió hace siglos, y él recogía, los frutos que en tierra no podían crecer. Cada mañana, saludaba al sol, levaba anclas, y se iba valiente a pescar, en medio de su desierto de agua. Una noche después del recuento de boquerones, una colilla mal apagada empezó a comer lo que pudo, hasta que ardió en llamas. El barquito de madera ardió de pasión, el fuego enviudo, su amante ya no podía quemar mas. Por la mañana, sonriente y efervescente, Bonito madrugo hacia su día a día, a lo lejos veía restos de un tímido humo.
Bonito con voz astillada y carcomida: !Mi barco! ¡Mi vida! ¡Mi trabajo!
Sus piernas se mecieron y cayó al suelo envuelto en lágrimas y hollín, no creía lo que veían sus ojos y olía su nariz, el olor a mar mezclado con carbón, era ya, una realidad tremendamente incomoda. Cuando pudo, se levanto, se encerró en casa, y solo comió boquerones un mes.
La puerta de su casa se abrió, y de ella salió el triste capitán, lleno de barba y despeinado, sostenía una caña en la mano, y un bote con carnaza para pescar. Aparto los rayos de luz con la mano, y como madrugador saludo la mañana. Sin prisa se dirigió a un parque, allí se sentó en un banco. Desenfundo los bártulos, empuño su caña armada con un afilado anzuelo, y se puso a pescar. La gente que pasaba le creyó un loco, no sabían cómo reaccionar, los primeros días fue tratado con relativo respeto, después, se empezaron a mofar de él.
Gente: ¿Pican?
Gente 2: ¡Estás loco!
Gente 3: ¿Estás bien?
Con el tiempo se volvió una figura habitual en el parque, contaban que daba suerte dejarle una limosna a ese “pobre loco”, era incluso visitado por turistas de lugares cercanos, los rumores se extendieron como la fuerza imparable de la vida.
El seguía ere que erre a lo suyo, impasible, sin articular palabra.
En otro extremo del paro, le concedían la pensión por enfermedad mental a Lubina, la llamaban así porque era redondita, fuerte, maciza, y con la cabeza algo alargada como un pepino. También lenguas más osadas la llamaban la loca. Con jornada completa para vivir mas horas extras, Lubina se dedico a su recuperación, paseaba incesantemente. En algún trozo de sus recorridos se topo con Bonito, el cual la dejó confusa. ¿Era un enfermo mental, loco ante otro como él? Que paradójica pregunta, no obtenía respuesta, así que se sentó con él. Se sentía cómoda con nada que perder, poco a poco fue contándole cosas, más y más personales, y lo que se convirtió en un fortuito encuentro, se volvió algo cotidiano. Día si, día también, compartía sus horas con él, a veces hablando sola, o en silencio, pues él nunca respondía.
Por desgaste, el tratamiento de poder ser ella misma y conocerse, dio sus frutos, su depresión empezaba a tambalearse, hasta que fue talada por el silencio y compañía de bonito. La cara de Lubina se llenaba de color y candor. Hasta que una tarde tranquila, rutinaria y amarilla, las palabras mismas se deslizaron por la boca de Lubina:
Lubina: ¿Sabes? Creo que me he vuelto a dar las oportunidades que me han hecho falta, y he podido conocerme y enamorarme de mí, no entendía que era la dueña de mi vida, y que Yo era lo más importante de esta. Nunca te pregunte, pero… ¿pescaste algo?
Bonito con voz ronca, floja tenue: Si, ya he pescado para pagar mi hipoteca 3 veces.
Pasaron unos segundos, la voz de Bonito sonó mas dulce y tierna
Bonito guiñando un ojo: Además…¿ estás aquí verdad?
Atún y Pescadilla y alguna ameba,
Raja el mar como una abuela,
Un barquito chiquitín,
Bonito el “pescata” cantan.
Nunca traigo nada podrido,
Mares y ríos he recorrido,
De arriba abajo sin fin.
Mi bote apenas flota,
El motor hace algún aspaviento,
Más aguanta por el momento,
Tormentas y rayos amarillos;
Y siente bonito el “pescata”,
como se mueve el mar como sopa,
En tierra iluminando, el faro flota,
y en el mercado abundan los pillos.
Avanza, con brío,
Sin pavor,
No le temes al frio,
Juntos aprenderemos la danza,
no sea que nos crezca la panza,
Seamos elegantes como un señor.
Hago pesas,
crece el pecho,
como berberecho,
hablo francés,
caigo abatido,
Aprendo canciones,
Valiente como diez napoleones,
coso calcetines.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi furor la pubertad,
mi don, la agilidad y la paciencia,
mi sabia es salada, es hogar.
Cantaba eso Bonito el “pescata”, trajinando entre cabos. Por supuesto era una adaptación de la canción del pirata, de Espronceda, aunque era más cortita. El espíritu del pirata, se hundió hace siglos, y él recogía, los frutos que en tierra no podían crecer. Cada mañana, saludaba al sol, levaba anclas, y se iba valiente a pescar, en medio de su desierto de agua. Una noche después del recuento de boquerones, una colilla mal apagada empezó a comer lo que pudo, hasta que ardió en llamas. El barquito de madera ardió de pasión, el fuego enviudo, su amante ya no podía quemar mas. Por la mañana, sonriente y efervescente, Bonito madrugo hacia su día a día, a lo lejos veía restos de un tímido humo.
Bonito con voz astillada y carcomida: !Mi barco! ¡Mi vida! ¡Mi trabajo!
Sus piernas se mecieron y cayó al suelo envuelto en lágrimas y hollín, no creía lo que veían sus ojos y olía su nariz, el olor a mar mezclado con carbón, era ya, una realidad tremendamente incomoda. Cuando pudo, se levanto, se encerró en casa, y solo comió boquerones un mes.
La puerta de su casa se abrió, y de ella salió el triste capitán, lleno de barba y despeinado, sostenía una caña en la mano, y un bote con carnaza para pescar. Aparto los rayos de luz con la mano, y como madrugador saludo la mañana. Sin prisa se dirigió a un parque, allí se sentó en un banco. Desenfundo los bártulos, empuño su caña armada con un afilado anzuelo, y se puso a pescar. La gente que pasaba le creyó un loco, no sabían cómo reaccionar, los primeros días fue tratado con relativo respeto, después, se empezaron a mofar de él.
Gente: ¿Pican?
Gente 2: ¡Estás loco!
Gente 3: ¿Estás bien?
Con el tiempo se volvió una figura habitual en el parque, contaban que daba suerte dejarle una limosna a ese “pobre loco”, era incluso visitado por turistas de lugares cercanos, los rumores se extendieron como la fuerza imparable de la vida.
El seguía ere que erre a lo suyo, impasible, sin articular palabra.
En otro extremo del paro, le concedían la pensión por enfermedad mental a Lubina, la llamaban así porque era redondita, fuerte, maciza, y con la cabeza algo alargada como un pepino. También lenguas más osadas la llamaban la loca. Con jornada completa para vivir mas horas extras, Lubina se dedico a su recuperación, paseaba incesantemente. En algún trozo de sus recorridos se topo con Bonito, el cual la dejó confusa. ¿Era un enfermo mental, loco ante otro como él? Que paradójica pregunta, no obtenía respuesta, así que se sentó con él. Se sentía cómoda con nada que perder, poco a poco fue contándole cosas, más y más personales, y lo que se convirtió en un fortuito encuentro, se volvió algo cotidiano. Día si, día también, compartía sus horas con él, a veces hablando sola, o en silencio, pues él nunca respondía.
Por desgaste, el tratamiento de poder ser ella misma y conocerse, dio sus frutos, su depresión empezaba a tambalearse, hasta que fue talada por el silencio y compañía de bonito. La cara de Lubina se llenaba de color y candor. Hasta que una tarde tranquila, rutinaria y amarilla, las palabras mismas se deslizaron por la boca de Lubina:
Lubina: ¿Sabes? Creo que me he vuelto a dar las oportunidades que me han hecho falta, y he podido conocerme y enamorarme de mí, no entendía que era la dueña de mi vida, y que Yo era lo más importante de esta. Nunca te pregunte, pero… ¿pescaste algo?
Bonito con voz ronca, floja tenue: Si, ya he pescado para pagar mi hipoteca 3 veces.
Pasaron unos segundos, la voz de Bonito sonó mas dulce y tierna
Bonito guiñando un ojo: Además…¿ estás aquí verdad?
2 Comments:
El tiempo aleja las palabras, nos hace casi imperceptibles pero no asi los sentimientos que en algún rincón del alma siguen su curso, crecen y dan señales a veces…
Te quiero tanto y cuanto como siempre aunque ya no lo diga.
Millones de besos desde mi alma que agitada trata sin mucho éxito de recuperar la calma y con ello aquellos afectos que siguen su curso a pesar de tanto silencio.
Hasta pronto.
En esta vida no hay persona más cuerda que la que se cree loco, por eso con un poco de paciencia encuentra con quien compartir su cordura.
Quiere, respeta, entregate.......como solo el más loco de los cuerdos puede hacerlo.
Un besote grandote.
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