6/20/2006

Uniones




A todos nos une algo. El sabia hacer bien su trabajo, conciso, práctico y sistemático. No era alguien inteligente o planificador, cuando llegaba el momento, y cuando llego el momento, supo reaccionar; fue de los primeros en la avanzadilla, saqueó, troceo y compitió por su trozo de pastel. Al igual que la mayoría de los demás, sacó provecho de las necesidades de otro, de un inevitable defecto o afecto de los seres “vivos”, convirtiéndolo en virtud para otros.

Los vencidos, confundían sus cuerpos con otros, amontonándose en los restos, llenando sus buches, y Ella, formaba parte de los desdichados.

Es natural, que alguien quiera corregir sus defectos, sus carencias, sus miedos, con algún parche al que poder llamar pareja, como una boca desdentada.

Yo soy un Dios, y los estaba mirando, a El y a Ella; nuestra diferencia es que yo interpreto el mundo y ellos actúan. Deseé acercarlos, así que la cogí, y la postre frente a El.

Ella era morena, color azabache, fornida y abultada, lo que El vulgarmente podría llamar si tuviera la intención y medios, un buen pedazo de hembra.

El, era un buen ejemplar, grande, fuerte y raudo. Se movía de manera seca, sin gracia, pero poseía todo lo que Ella necesitaba, un triunfador que la llevara mas arriba de donde llegan las ramas, mas arriba de las nubes, y porque no decirlo, mas debajo de donde crecen las raíces. En un momento de total comunión, se miraron, y comprendieron, que se necesitaban el uno al otro, les daba igual la gente, las facturas, los estudios, las clases, la educación, el fracaso o la victoria, los arrepentimientos, las infidelidades, la familia, el pasado y futuro…

Al carajo con eso… El se lanzó directamente a su interés, y la penetro de una sacudida. Su vientre se balanceaba en la espalda de Ella, y el momento era reciproco. Las miradas de los demás se mezclaban en sus gestos, pero no parecía importarles, Ella se relajaba para ponérselo mas fácil a El.

A El se le clavaba el olor de ella y lo excitaba aún mas, como podía desprender una fragancia tan precisa, que le hiciera desearla copular hasta deshincharse…

El se corrió en sus entrañas, se aparto de ella, meció la jornada de toda la mañana, y arranco un pedazo. Le puso un trozo de mierda en la boca, ella lo mastico sin vacilar, tragándose hasta el último ápice y los dos se separaron.

Así es la vida de un escarabajo pelotero.

(Tercera época)